Nos alejamos del puerto. El Sherazade, su tripulación para iniciar un viaje de 15 dias.
La primer parada la merece El Umbria. Un barco de bandera italiana hundido durante la segunda guerra mundial. Buceamos sus 156 metros de largo, recorremos sus rincones y descubrimos sus secretos. La luz se escabulle en los escondrijos y dibuja figuras de guerra en el viejo fondo de madera. Con historia al hombro nos movemos lentamente hacia el norte rumbo a los arrecifes de coral: Sanganeb y Sha’ab Rumi. Cada inmersión es un espectáculo… grandes grupos de barracudas, numerosos peces loro que acercan sus dientes al foco de la cámara, tiburones grises que vigilan su desayuno, grupos de tiburones martillo que pasean por el inmenso azul curioseando a los buceadores, tiburones punta blanca que descansan en los fondos de arena y sus pequeños que se refugian bajo los corales, como si jugaran a las escondidas y esperasen a no ser descubiertos.
La laguna de Sha´ab Rumi alberga una gran familia de delfines que pasean al amanecer y nos invitan a nadar y a jugar con las olas.
El tiempo es bueno y la temperatura es agradable... nos seguimos moviendo hacia el norte. Nos detenemos a bucear en una gota en medio del mar: Qita el Banna, pero no nos entretenemos por mucho tiempo. Navegamos hasta la zona de Shambaia. La profundidad de Angarosh, el encanto de Merlo y la sutileza de Abington no deja de sorprendernos con sus bellezas. Vemos más tiburones grises, más martillos y punta blanca, vemos tortugas, grandes grupos de peces y diversos tipos de nudibranquios... y lo mejor de todo es que estamos solos… Solo el Sherazade en el mar. Solos junto a estas criaturas, y en comunión con este mundo submarino tan selecto y particular.
Y como todavía tenemos muchos días por delante decidimos seguir subiendo al norte. Llegamos hasta Pfeiffer, un arrecife de coral ubicado a 121 millas de Port Sudan y a solo 24 millas de la frontera con Egipto.
Pfeiffer nos esperó con su corriente y con cientos y cientos de peces cirujanos, nos deleitó con su gran jardín de corales que emanan salud y vida, nos dio la bienvenida con un enorme grupo de tiburones martillo que sin ningún tipo de timidez se acercó y nos rodeó con su simpatía.
Con ansiedad llegamos a Habili Abu Bishbish. Otro gran arrecife formado por enormes columnas pintadas de distintos colores que aparecen mágicamente desde el fondo del mar y 9 tiburones martillo que se dejan fotografiar.Despacito empezamos a bajar y a volver. Descansamos en Mesharifa y caminamos sobre la isla.
Su arena blanca hace cosquillas bajo nuestros pies y su agua cristalina los baña una y otra vez.
Volvemos a lugares como Angarosh y Sha´ab Rumi, y cada buceo vuelve a impresionarnos con nuevas emociones. Un mundo bajo el agua que aunque sea siempre el mismo es, en cada inmersión, muy distinto.
A lo largo de 15 días recorrimos muchas millas y vimos muchas maravillas. Compartimos charlas, juegos y buenos momentos. Todo ayudó a hacer un viaje inolvidable. El tiempo, los lugares, la naturaleza, la energía positiva del grupo y de la tripulación, la buena comida, la comodidad y el confort.
Hoy este recorrido termina, pero quedará para siempre grabado con cariño en nuestra experiencia y en nuestro corazón.
MariaLaura
“Sherazade”
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